Si tu criticas negativamente a mi novia y la calumnias, tú y yo tendremos problemas en nuestra relación… y con razón, ella me pertenece y es mi amada. Si hablas mal de ella, yo tendré el derecho de defenderla contra ti, ella es la niña de mis ojos. Y así es como debe ser.
Me parece extraño que muchos que hacen parte del cuerpo de Cristo encuentren tan fácil ser críticos, negativos y calumniosos al hablar de la iglesia. ¿No se dan cuenta de que están despreciando a Su novia cuando lo hacen? Me pregunto si a Él no le molesta escuchar tal difamación en contra de Su novia.
En Romanos 14, el apóstol Pablo (nuestro campeón de la gracia quien luchó ferozmente por ella), nos advirtió que tuviéramos cuidado de no juzgar al siervo de otro. Dejó muy claro que no debemos juzgar a nuestros hermanos en la fe, eso le corresponde a nuestro Padre y no a nosotros. ¿No se intensifica y magnifica esta acusación cuando nos damos cuenta de que no solo estamos juzgando a Sus siervos, sino a Su novia?
Esto no significa que nos quedemos quietos cuando encontremos sistemas de creencias defectuosas o prácticas infructuosas. Estamos en la iglesia. Somos parte de su cuerpo, Su novia. Conocemos su valor, así que, si la vemos en rebeldía tendremos que luchar por ella. A veces, en esa batalla, tendremos que luchar en contra de ella. Esta es una tarea en la que todos debemos participar, porque vale la pena pelear por ella.
Pero cuando luchamos contra ella, debemos tener cuidado y recordar que nuestro principal motivo es que estamos luchando POR ella. Esta debería ser nuestra meta y razón para hacerlo, porque nuestro objetivo no será derrotarla, sino recuperarla para Jesús como su única fuente de vida.
Como Pablo proclamó, hablémosle la verdad, pero hagámoslo con amor paciente, para que pueda encontrar la verdad que la hará verdaderamente libre, en Él, que es su novio.