Salve, valiente guerrero

¿Alguna vez te has encontrado con un matón? Mientras crecía, seguro que lo hice, y no fue un encuentro divertido. Son fuertes y grandes y cuando los ves venir hacia ti, se adentran siniestramente en tu alma. Su objetivo es crear miedo en ti para que puedan oprimirte y aprovecharse de ti.

Una de mis historias favoritas del Antiguo Testamento es el relato de un hombre llamado Gedeón. Aquí, los madianitas eran matones que estaban abusando de la nación de Israel. En su miedo, los israelitas dejaron sus hogares para esconderse en cuevas mientras los madianitas se apoderaron de sus hogares. Esto es muy parecido al matón de nuestros días que le quita el dinero del almuerzo a un niño pequeño.

Es en este contexto donde encontramos a Gedeón. Está trillando lo poco de su cosecha de trigo que pudo esconder de los madianitas. Lo interesante es que está trillando su trigo en el valle, en el lugar donde se pisaban las uvas para hacer vino. Cuando trillas trigo, lo agarras con una horquilla y lo lanzas al aire. El viento se lleva la paja permitiendo que el grano puro caiga al suelo para que puedas recogerlo para hacer tu pan. Debes estar en la cima de una colina cuando trillas tu trigo, ya que habrá más viento.

Colocarían prensas de vino en el valle para poder llevar las uvas cuesta abajo en lugar de subirlas. Ya que no habían tenido mucho viento en el valle, el acto de Gedeón de arrojar la paja y el grano al aire y dejarlos caer al suelo fue inútil. Gedeón estaba aprendiendo una lección de inutilidad como resultado de su miedo a un matón.

Dios intervino con un mensajero angelical que dijo: «Salve, valiente guerrero». He conocido a mucha gente que piensa que fue sarcasmo por parte de ese ángel, pero esa gente no entiende el corazón de Dios. Dios no es sarcástico con sus hijos. Fue un mensaje del Padre para que Gedeón ajustara su mente en quién el era realmente, porque conocía a Dios.

El ángel le estaba recordando a Gedeón su verdadera identidad: «Salve, valiente guerrero».

Casi puedo ver a Gedeón mirando alrededor preguntando: «¿Con quién estás hablando?» Y luego el ángel trabajó con él, sacándolo de un nivel de su propia fuerza mientras reducía sus recursos, para comenzar a confiar en la fuerza de Dios.

Cuando confió en la fuerza de Dios en lugar de la suya, obtuvo una gran victoria como el valiente guerrero de Dios.

Funcionaremos como poderosos guerreros, no cuando dependamos de nuestros propios recursos, sino solo cuando dependamos de los Suyos.

Quita tu mirada de ti mismo y colócala en Él, quien quiere mostrarte quien Él es, cuando lo necesites en el momento de la fe.

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